DEFINICIÓN DE LA TOPOLOGÍA DEL ESTADO
FUENTE: LA RAZÓN (ANIMAL POLÍTICO) 17 DE FEBRERO DE 2013
Es posible distinguir las
distintas épocas de la vida social de Bolivia por el modo en que el
Estado y la vida económica ocupan el espacio geográfico del país; es
decir, por el modo en que se construye la territorialidad del Estado y
la sociedad.
A esta
manera en que la geografía es articulada a la vida económica y política
de un país vamos a llamarle la “topología del Estado”, que nos permite
ver el modo de cohesión de las clases y naciones en la construcción del
poder estatal y la amplitud geográfica con la que se irradia al país el
conjunto de derechos y beneficios colectivos. En otras palabras, esta
manera del uso económico del concepto de topología hace referencia, en
lo objetivo, al modo histórico-concreto en que la geografía de un país
es recibida, es asumida por la organización material del Estado para
verificar su soberanía. En lo subjetivo, la topología del Estado hace
referencia al modo en que la densidad geográfica de un país es asumida
como extensión orgánica del cuerpo físico de las clases gobernantes. Es,
pues, una manera de medir la extensión y densidad real del Estado que
no necesariamente coincide con la extensión geográfica de los mapas
patrios.
Si nos fijamos en las dos
grandes civilizaciones que existieron antes de la invasión europea, la
andina y la amazónica, vemos que ellas construyeron una territorialidad
caracterizada por la ocupación homogénea de la geografía.
En el caso del macizo andino, cuando uno ve cómo es que los sistemas de
cultivos en andenes, de las complejas técnicas de diversificación de
semillas, de los largos acueductos o de los numerosos depósitos
estatales de alimentos y herramientas, éstos estaban presentes de manera
homogénea, generalizada, a lo largo del Tahuantinsuyo, tanto en el
Cuzco como en Copacabana; en Chayanta como en Tocopaya. Se trató,
entonces, de una civilización que irradió y universalizó los métodos
tecnológicos más eficientes en la mayoría de las marcas, suyus y
comunidades, en correspondencia con un tipo de Estado Plurinacional
antiguo, en el que cada nación así como preservaba regionalmente su
sistema de autoridad dual estaba articulado al conjunto de derechos y
obligaciones del Estado.
Por su parte, la
civilización amazónica precolonial, también plurinacional, tuvo de la
misma manera una ocupación expansiva de la ciencia y la tecnología
productiva sobre la territorialidad de tierras bajas. Los
extraordinarios sistemas de lagunas artificiales y de camellones que
permitían regular el efecto de las inundaciones y las sequías, se
extendieron desde Guarayos, Moxos, Baures, la región de los Yuracarés
hasta el río Beni, en una extensión geográfica similar a la del
Qullasuyu andino.
Este
modo homogéneo de ocupación estatal-comunal del territorio será
destruido por la colonización extranjera y sustituido por un “modo
unicéntrico” de ocupación de la geografía, que dará lugar a los
catastróficos desequilibrios y desigualdades que hemos vivido hasta hace
pocos años.
Al
convertir el oro y la plata en la riqueza acaparable de manera ilimitada
y externalizable, el reclutamiento forzoso y la concentración de la
fuerza de trabajo indígena necesaria para esa explotación se convertirá
en el motor de la organización colonial del Estado y la economía.
Así, la economía dominante
se concentrará en dos o tres ciudades mineras, más grandes que cualquier
ciudad europea de entonces, pero de allí no saldrá nada hacia las
comunidades. Al contrario, serán ciudades depredadoras de una riqueza
minera que en un 98% se irá a la metrópoli europea, y depredadora de la
fuerza de trabajo y de la cultura indígena a la que se le usurpará todo;
esfuerzo, tiempo, conocimiento, historia y la vida misma.
De esta manera, el Estado colonial, dirigido por una sociedad
extranjera, tendrá en las ciudades mineras, en las ciudades burocráticas
y en las haciendas los puntos de una geografía de un Estado unicéntrico
que funcionará como un “agujero negro territorial”: absorberá toda la
riqueza de las naciones indígenas y no distribuirá nada, absolutamente
nada que no haya sido ya poseído previamente por los pueblos y naciones
indígenas.
El Estado
republicano, hasta 2005, en cualquiera de sus formas —demócrata o
dictatorial, liberal o nacionalista— modificará parcialmente esta
topología del poder hacia un tipo de territorialidad del Estado bajo la
forma de diminutos archipiélagos dispersos.
Ya sea en temporales campamentos mineros o unas cuantas ciudades
comerciales, la geografía patria se ha presentado como un mar de
comunidades y pueblos, unos abandonados a su suerte y otros bajo la
dominación despótica de poderes fácticos de hacendados o madereros, pero
en ambos casos carentes de ciudadanía, carentes de derechos, de
protección y redistribución estatal de la riqueza. Y, por si fuera poco,
dentro de cada ciudad se reproducirá el mismo molde colonial de un
puñado de barrios residenciales enfeudados, provistos de todos los
servicios, y un mar de barrios circundantes carentes de todo y en los
que los escasos servicios que tienen se los construirá el propio vecino
sin recibir nada del Gobierno.
El nuevo Estado
Plurinacional es el primer esfuerzo en 500 años para integrar la
totalidad de las clases sociales y la totalidad de los pueblos y
naciones indígena originario campesinas en la estructura de mando del
poder político, del poder económico y del poder cultural del país.
El Estado Plurinacional es la irradiación de la conducción del Estado
hacia todos los confines de la sociedad boliviana para organizar su
autogobierno unificado. Y por eso, la territorialidad estatal, la
topología del poder, por primera vez abarca el 1.087.367 kilómetros
cuadrados; por primera vez no se detiene donde llega el interés de
casta, de clase ni de persona. La territorialidad del Estado
Plurinacional es homogénea, es decir, geográficamente similar en
derechos en cualquier lugar de la patria, y una territorialidad
policéntrica, es decir, con múltiples polos de desarrollo, nodos de
irradiación de oportunidades, de conocimientos y beneficios capaces de
equilibrar el bienestar de una región con respecto a las otras regiones
que componen la patria.
Se trata de una territorialidad policéntrica con la forma geométrica de
un heptágono con centro gravitante, en la que cada uno de sus vértices
juega el papel de núcleo irradiante y equilibrante de las fuerzas
productivas de la economía y el bienestar social:
1. Está el vértice sur, en el Chaco tarijeño, con la producción e industrialización del gas.
2. Está el vértice sur-oeste, Uyuni, con el litio y el complejo industrial.
3. El vértice sud-este, con el Mutún, el precámbrico y los incipientes proceso de industrialización
4. El vértice nor-este, con San Buenaventura y la actividad agrícola-forestal-hidrocarburífera del norte paceño.
5. El vértice nor-este, con la intensa actividad agrícola y agroindustrial cruceña.
6. El vértice norte, con Cachuela Esperanza, el potencial hidroeléctrico y la castaña.
7. Y el vértice central del trópico, con la industrialización del gas y la articulación entre Amazonía y valles.
En cada uno de estos vértices, las materias primas, junto con la
industrialización, constituyen el núcleo movilizador de recursos,
tecnología y ganancias que permiten un equilibrio entre regiones, una
irradiación homogénea de derechos y una creación de nuevos vértices, de
nuevos polos regionales, capaces de utilizar las potencialidades
económicas que tienen.
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